RAÍCES DEL SUR DE FLORIDA
Carl Rist pasó su infancia en Ft. Lauderdale, FL, donde su padre, de origen alemán, fue pionero en la industria informática y su madre, oriunda de Florida, fue activista de la Liga de Mujeres Votantes. Con el apoyo de su madre, participó en todo tipo de actividades políticas, incluyendo una memorable movilización en un centro comercial de Ft. Lauderdale, donde el entonces gobernador Reuben Askew pedía apoyo para que las empresas pagaran los impuestos correspondientes. En ese momento no lo sabía, pero Carl volvería a tratar estos temas y pasaría casi 30 años de carrera profesional dedicándose a la justicia económica y la equidad fiscal.
DEDICACIÓN AL SERVICIO
Cuando era joven, motivado por las enseñanzas de justicia social de la Iglesia, Carl y su esposa, Lisa, trabajaron como voluntarios durante un año con Habitat for Humanity en el valle de Yakima, construyendo viviendas a precios razonables para trabajadores agrícolas inmigrantes. Después de construir seis viviendas ese año, la lista de espera de Hábitat seguía siendo de cientos de personas. Fue esa realidad la que inspiró a Carl a estudiar políticas públicas y explorar cómo abordar las necesidades a una escala mucho más amplia.
UN HOGAR EN DURHAM
Carl y Lisa se mudaron a Durham, donde Carl estudió Políticas Públicas en la Universidad de Duke. Les llamó la atención la identidad de clase trabajadora de Durham, la dinámica comunidad multirracial y el ambiente de pueblo pequeño. Después de que muchos de sus compañeros de clase se fueran a ciudades grandes, él y Lisa decidieron quedarse en Bull City. Durante más de 30 años, Durham ha sido su querido hogar, donde han compartido su fe, criaron a sus dos hijos, entrenaron al equipo de baloncesto en la YMCA, siguen colaborando como voluntarios con Habitat y donde Carl pasó casi 30 años trabajando a distancia para un laboratorio de ideas con sede en Washington D.C., enfocado en la creación de riqueza familiar y la prosperidad económica ampliamente compartida.
EL CAMINO HACIA ADELANTE
Durham’s an amazing place - it’s on top of most lists for its dynamic economy and attractive quality of life. But the reality for families in Durham is a growing gap across race and class lines. What’s needed isn’t low taxes and cash giveaways to big corporations. Rather, to build an economy that works for all, Durham needs to promote living wage jobs and invest in broad-based wealth-building so that more families can own homes, start small businesses, and see their kids go to college.